Sin hacer nada

Entre dimes y diretes se nos acabó el tiempo. Entre lo que tú me decías, lo que yo te dije y lo que dejamos sin decirnos, se perdió la cordura, el enfoque y toda una historia.

No quisimos engañarnos y, sin saberlo, nos mentimos por lo bajo para que no nos doliese tanto el ser sinceros.

Estuvimos ciegos al mirarnos, sordos al escucharnos y mudos para hablar de nuestros sentimientos.

Dejamos que fuese el otro el que abriese un hueco, pero es difícil abrir la puerta cuando el cerrojo está echado por dentro.

Construimos un enorme castillo de arena, aun a sabiendas de que el agua estaba cerca y la marea subía sin tenernos en cuenta.

Fuimos necios y cobardes, sin dar nuestro brazo a torcer, dejándonos mecer bajo una canción de cuna, sin querer aprender a  crecer.

Y esperamos que fuese el viento el que llevase nuestra pasión de un lado a otro, alimentando nuestro amor, sin esfuerzo, como si fuese parte de la naturaleza. Algo que mana de la nada. Pero olvidamos el abono…