Debería haber un punto medio. Yo me debato a menudo entre los dos extremos. Guardar, guardar, guardar… y tirar, tirar, tirar…
Cada cierto tiempo hago una reorganización de armarios, muebles y cajones. A veces la purga es grande y otras veces casi imperceptible. Depende del día y del estado de ánimo.
Hace unas semanas mi madre me llamó para decirme que tenía que pasar por su casa a revisar cosas mías que tenía allí, libros y trabajos de cuando estudiaba diseño. Ella también estaba haciendo su limpieza de armarios. Tiramos unas cuantas cosas y otras me las traje para mi casa para verlas con calma y decidir qué hacer con ellas (aún no lo he decidido y ya han pasado un par de semanas…).
Unos días después me encontré con una reliquia infantil o adolescente. Entre papeles y libretas me encontré una hoja con firmas y dedicatorias de compañeros de clase de la mi último curso de la ya inexistente E.G.B. Reconozco que me reí un montón con el hallazgo, pero lo mejor fue encontrarme entre aquellas dedicatorias las que habían escrito un par de compañeros que, a día de hoy, por circunstancias de la vida y más de treinta años después, seguimos en contacto y de vez en cuando tomamos unas cervezas juntos. Así que, gracias a las nuevas tecnologías, hice una foto con el móvil de sus rúbricas y las mandé al grupo de Whatsapp que tenemos. Entonces las risas se multiplicaron, porque aquella simple hoja hizo reír a más personas.
Obviamente, alucinaron con que guardase algo así tantos años después. Pero en algún momento de mi vida hice caso al dicho popular… «el que guarda siempre tiene». Después de las risas, dudé si tirarlo a la basura o guardarlo. Pero, visto que sólo era una hoja y no ocupa espacio, decidí volver a guardarla en un cajón. Quizá dentro de otros cuantos años lo vuelva a encontrar y nos echemos otras risas.
Sí, es cierto, que una hoja de papel no ocupa, pero ¿qué hay del resto? ¿ropa? ¿libros? ¿objetos? A lo largo de los años se acumulan muchas cosas y llega un momento en que hay que deshacerse de algo. No de todo, pero seguramente de mucho. Tirar lo que ya no se usa, lo que no nos vale, lo que no nos gusta. Hay que dejar espacio libre para nuevas cosas. Como en la cabeza y en los pensamientos.
Pero llega Marie Kondo y dice: si no te has puesto esa prenda de ropa en los últimos tres meses, deshazte de ella. Pero ¡coño! no me he puesto ese abrigo en los últimos tres meses porque estamos en verano… no lo voy a tirar. Pero me pongo a hacer limpieza de armario y a probar prendas. Unas ya no me sirven, otras están gastadas, otras ya no me gustan… Así que me deshago de un montón, repartiendo entre la basura, la donación y la customización (porque también me gusta darles otra vida a las prendas cortando o haciendo cambios). Y, sí, después de llenar varias bolsas me siento liberada. Marie Kondo estaría orgullosa. Pero luego te encuentras esas prendas que ya no te sirven pero no te quieres deshacer de ellas… el traje que llevaste a la boda de tu hermana, la chaqueta de firma carísima que no te puedes permitir pero lograste por una ganga, el vestido que fue de tu madre… Y luego esas prendas especiales y únicas que quizá el día de mañana tu hija se quiera poner (aunque hoy en día le horroricen).
Recuerdo que a los cuarenta fui a una boda con un vestido que había sido de mi madre cuando era joven y que, para más inri, había confeccionado mi tía. Una auténtica joya. El vestido era más viejo que yo, y me lo puse llena de orgullo. Y jamás me desharé de él aunque no lo vuelva a poner. Ese es el problema. Son los recuerdos. Por mucho que diga Marie Kondo, no quiero tirar las historias a la basura.
Así que, por ahora, sigo alternando el Síndrome de Diógenes con la filosofía de Marie Kondo. ¿Y vosotros? ¿Sois de tirar o de guardar?
(Imagen de Luis Rainero en Pixabay)
¡Hola Rosa! 🥰
A veces no puedo tirar las cosas, me apego a los recuerdos que me transmiten. Cada vez que mi madre quiere arreglar el armario es un pequeño trauma … No puedo tirar viejos dibujos o cuadernos de la escuela, he mantenido muchos diarios que contienen las firmas de mis antiguos compañeros de clase y libros de infancia. Non riesco a buttare
Recientemente, mamá y yo hicimos una reorganización de los objetos contenidos en los cajones, siempre llenos por mi culpa (acumulo todo sin darme cuenta y admito que quería conservar la mayoría de los objetos) Mantuve un viejo teléfono inteligente que ya no funciona porque perteneció a mi hermana que luego me lo dio, no puedo tirarlo por el valor emocional.
Mientras estábamos ordenando, encontré algo de ropa de cuando era niña fue una emoción muy fuerte, ¡realmente me gusta ver las cosas que usé en la infancia es una inmersión emocionante entre recuerdos!
Cada vez que mamá quiere reorganizar mis cosas, me desespero! 😭😅
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Te entiendo perfectamente.
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😍🥰♥️
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La semana pasada, mamá reorganizó el armario y revisó la ropa. De la ropa vieja que ya no uso, remuevo las cuentas y decoraciones y reciclo las telas más bonitas.
Es realmente difícil elegir qué lanzar y qué dejar, soy aficionada a las historias que cada objeto individual cuenta, ya que cuando lo miro, ¡ Me parece revivir esos momentos de la vida!
Un abrazo muy fuerte lleno de cariño y feliz inicio de semana! 😘♥️🤗
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Yo hago lo mismo…
Un abrazo, Ely. Feliz martes (voy con retraso… ayer no pude contestar)
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¡Buenos días Rosa! 🙋🥰
Feliz martes a tí también, un abrazo muy fuerte lleno de cariño y un beso! 😘🤗♥️
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Hola, Rosa, según el momento, recuerdos, emociones… y espacio, me muevo entre el apego y el desapego. Intento practicar más este último pero reconozco que me cuesta, aunque muchas veces el espacio gana y con una venda en los ojos… consigo desprenderme.
Un abrazo
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Yo hago más o menos lo mismo. Y me cuesta mucho. A veces me deshago de cosas después de tres o cuatro intentos. Luego tengo que pasar mi duelo… Suena exagerado, pero es algo así.
Un abrazo, Lola.
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Yo he hecho Konmarie varias veces desde que lo descubrí y al menos a mi, me funciona. Yo me leí el libro y ahí explica cosas que la gente no suele contar, porque no es tirar a lo loco, es casi como practicar minimalismo. Las cosas en orden hacen que tu mente también esté en orden y las cosas que guardas porque te hacen feliz o tienes recuerdos muy fuertes con ese objeto, no se tira, porque la idea es ordenar pensando en rodearte de lo que más te gusta y lo que te hace feliz.
Cuando hice reformas en casa hace unos meses, vi la cantidad de cosas que tenía de manualidades. Claro, yo grabo vídeos y voy juntando una cantidad astronómica de materiales que aveces solo uso una vez y otros no los volveré a usar, pero tenerlos a mano, te hace tener ganas de usarlos, dentro de un cajón no. Así que repartí todo lo que no usé ni usaría y me quedé con lo que más me hace feliz. Y eso es lo que más satisfacción da, porque lo que te hace más feliz y te trae más recuerdos lo tienes a la vista, abres el armario y todo lo que ves te gusta.
Este cuento me lo tengo que aplicar a los libros. Siempre fui muy fan de los libros físicos y tengo 4 billys del ikea llenos de ellos. Creo que me he leído el 15% y el resto siempre pienso «algún día los leeré». Eso sí, me prometí a mi misma no comprar más libros de novelas en formato físico hasta que me leyera algunos de la estantería, así voy leyendo y donando a las bibliotecas, para no acaparar el conocimiento en mi habitación XD
En fin…en el scrap hago parecido…no llenarme de papeles, más de lo que soy capaz de planificar, hacer o simplemente por falta de sitio, que luego tengo tantas cosas que me agobio de pensar en lo que tengo que hacer y no hago jajajaja
Un fuerte abrazo!
Y a ver cuando quedamos a tomar algo =D que se te echa de menos.
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Es cierto que cuando las cosas están en orden, tu mente también. Lo reconozco. Pero yo soy un caos. Intento evitarlo, pero siempre termino cayendo de nuevo… aunque yo me entiendo en mi propio caos… jeje.
Tengo ganas de leer el libro ¿me lo prestas?
Reconozco que el tema libros también es complicado. Los libros físicos ocupan demasiado espacio, pero cuesta tanto deshacerse de ellos…
Yo también os echo de menos. Tengo muchas ganas de una quedada scrapera. Espero que podamos vernos pronto.
Un abrazo, Claudia.
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