Y de pronto tu vida se convierte en un castillo de naipes cayendo. Parece que cada carta está en el lugar adecuado, a la distancia exacta, con la inclinación perfecta. Pero no. Basta un solo movimiento. Una pequeña brisa. Y todo se desmorona. Los naipes boca arriba y boca abajo. Todo desordenado. Y sabes que tienes que volver a empezar. Con paciencia. Colocar cada carta en el lugar correcto. Con precisión y parsimonia. Pero ahora ya no irán en el mismo lugar. No será igual. Ya nada será igual. Las has visto caer. Las has visto desmoronándose y no has podido hacer nada. Imparable. Y acecha la rabia. Y la frustración. Y el llanto asoma. Respiras hondo y piensas antes de volver a empezar a colocar las cartas. Una a una. Tomando medidas. Observando desde la distancia. Con calma pero con el corazón agitado. Comienzas por las copas y los oros. Pero sabes que también existen las espadas y los bastos. Aunque los dejas para el final. Por si el castillo se vuelve a desmoronar…
El agua que pasó bajo el puente, ya no será la misma que la que viene detrás.
Tristes tus líneas, aunque no es aconsejable perder las esperanzas.
Van abrazotes colega de la pluma
Me gustaLe gusta a 1 persona
Perder las esperanzas nunca!!
Un abrazo, Beto
Me gustaMe gusta
Con el tiempo podrás construir un castillo de naipes sólido. ya se que es fácil decirlo, pero lo digo convencido. Cuídate. Un abrazo.
Me gustaMe gusta