El pájaro azul

Pájaro azul de Eva Escot

 

Rodolfo García, alias «El Latas», era una bala perdida. Su afición a la vida y a las mujeres era de sobra conocida en el pueblo. Ya no había local de copas que le fiase ni hembra que se fiase de él tampoco. Enganchaba las borracheras como eslabones de cadena y daba igual el día de semana que fuese. No era raro que se despertase cualquier viernes o sábado en un banco del parque o en algún portal sin saber ni cómo había llegado allí.

Algunas veces a la resaca había que añadirle un ojo morado o incluso un brazo roto. El carácter que le otorgaba el exceso de alcohol le había traído consigo no pocos amigos.   Y su lengua viperina le había metido en no pocas peleas. Podría decirse que empezaba a tener más enemigos que amigos. 

Una de esas madrugadas que amanecíó tirado en uno de los soportales de la plaza mayor descubrió, con la mejilla derecha posada sobre la acera, cómo un pequeño pájaro azul le observaba. No tenía la certeza, pero tampoco la duda, de que aquel ave lo miraba con compasión. Con un ojo algo hinchado por alguna trifulca nocturna, pudo ver cómo el pajarillo daba pequeños saltitos hasta un pequeño charco cercano, parecía coger agua con su pico y volvía sobre sus patitas hasta acercarse a sus labios y depositar algo de agua en ellos. Era principios de otoño y había llovido toda la noche. 

Al principio no reaccionó. El pájaro hizo los mismos movimientos dos o tres veces, acarreando agua sobre su pico  depositándola sobre sus labios resecos. De manera casi inconsciente abrió la boca y dejó que aquel líquido transparente se deslizase entre sus labios  y accediese a su lengua, que malamente la empujó a través de su garganta. Fueron apenas unas gotas, pero suficientes para hacerle recobrar la compostura. 

Con mucho trabajo se incorporó levemente. Un pequeño lapso de tiempo en el que pudo ver cómo el pequeño pájaro azul le observaba con la cabeza ladeada y el pico entreabierto. » El latas» se sentó como pudo en la acera  durante unos segundos (que a él le parecieron horas) y el pájaro  y él se observaron mutuamente. En silencio. Impávidos. Sin moverse. Escrutándose. Luego el ave levantó el vuelo, dejándolo solo  con su resaca y la incertidumbre. 

-Hasta aquí -pensó cuando logró levantarse e incorporarse de todo. Entró en el primer bar que encontró abierto y  se pidió un agua. Casualmente, el botellín era de color azul. 

Desde aquel día, Rodolfo García no volvió a probar una gota de alcohol. Los que lo conocían apenas lo reconocían tras el brutal cambio. En perpetua sobriedad recorría los bares del pueblo a los que antaño había acudido ebrio y ahora sólo bebía agua, mientras con en su mano izquierda guardaba y acariciaba una pluma azul. 

 

(Para El Universo Mágico de Ame Reyes. Obra de Eva Escot)

2 comentarios en “El pájaro azul

  1. Beto

    Lo que al comienzo apareció como una gastada historia de un beodo perdido del montón, se transformó, como por arte de magia, en un canto a la cordura, paz y tranquilidad
    ¡¡MIS FELICITACIONES!!
    Shalom colega de la pluma

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s