Esta mañana ha ocurrido algo que me ha desconcertado un poco. Ha servido para echarme unas risas y para preocuparme al mismo tiempo. Cualquier pequeño detalle sirve para ponerme a darle vueltas al coco. A muchos les parecerá una tontería, a otros una locura. Pero, seguro, a muchos también les dará qué pensar. A pesar de mi tono jocoso, puede ser algo serio. Os cuento:
Categoría: Confesiones sobre mí
Karma, buenos pensamientos, bla, bla, bla…
(Imagen tomada de Pixabay)
Hace tres días caminaba yo por el enorme pasillo de mi casa pensando que uno de los mayores placeres que me había dado el irme a vivir a un piso era poder andar descalza. En invierno con calcetines, claro, pero es igual que ir descalza. Un lujo, pensaba yo…
Fotos, felicidad y yo
Ojalá pudiese captar con la cámara de mi móvil toda la belleza que encuentro a mi alrededor. Es misión imposible. Imagino que si tuviese una buena cámara podría hacer mejores fotos, pero, la verdad, soy un desastre para la fotografía. Básicamente, porque soy más de disfrutar los momentos que de plasmarlos. Siempre me olvido.
La viudedad
Han pasado ya algo más de seis meses desde que me quedé viuda. Ha cambiado mi situación sentimental. Mi estatus social. Mi estado civil. Pero no yo. Sigo siendo la misma.
Más tarde
Voy tarde. Lo sé. Por no variar. Siempre dejo todo para el final. Cuando ya hace casi un mes que los escaparates están inundados de estampas navideñas y luces parpadeantes, yo aún no he empezado. Suelo poner el árbol en este puente de diciembre. Una pequeña tradición familiar.
Decidme…
Hace ya un tiempo que las musas no hacen acto de presencia y sus visitas a mi mente son cada vez más infrecuentes. La inspiración para escribir historias, ya sean de amor, de humor, de terror, o lo que se tercie, brilla por su ausencia. En lugar de ello, mis últimas entradas son una especie de queja continua. Son, también las más personales. Y no sé si debo seguir por ahí. Por eso hoy vengo a pediros un favor. Quiero que me deis vuestra opinión. Sincera. Sin recelos ni pudor.
El primer 1 de noviembre
Hoy no he ido a llevarte flores al cementerio, como se suele hacer. Tú ya sabes por qué. Quizá sería en mi pecho donde debiese ponerme una flor.
Cogidos de la mano
(Imagen de @frutografa)
Últimamente la misma imagen se repite una y otra vez ante mis ojos. En realidad, no es la misma imagen; son todas distintas, pero la base es la misma: gente paseando cogida de la mano.
Hace ya semanas que me vengo fijando en ello. Y, casualmente, hace unos días una amiga fotógrafa publicaba una imagen de una pareja de personas mayores que caminaban por la calle cogidos de la mano.
Poco a poco
«Poco a poco»… Creo que esa es la expresión que más he escuchado en los últimos meses. ¿Qué tal estás? ¿Cómo vas? «Poco a poco»… ¿Qué tal la mudanza? «Poco a poco»… Todo parece solucionarse milagrosamente si es «poco a poco».
Un día de mierda (literal)
He aquí lo que puede ser un día de mierda (aunque no es como empieza sino como acaba…):
Me levanto a las 6:30 de la mañana para desayunar con mi hija antes de que se vaya a coger el autobús para ir a clase. Luego no nos vemos en todo el día. La mañana me va a cundir, porque antes de ir a trabajar me da tiempo a poner una lavadora y tenderla, preparar comida, lavar los tenis a mano, pasear a la perra, ducharme y volver a desayunar (o, al menos esa era mi intención).