La vida, 133 palabras y 33 contextos

La vida... Martina Villar

TÍTULO: La vida, 133 palabras y 33 Contextos

AUTORA: Martina Villar

EDITORIAL: Beatriz Giovanna Ramírez (Editora)

Colección digital de microficción femenina

Hace mucho tiempo que no me paso por aquí para hablar de mis lecturas. No estoy en mi mejor momento lector (ni escritor, ni de la vida en general). Pero no podía dejar de hacerlo sobre esta. No he puesto sinopsis porque no la tiene. Es un pequeño libro digital que se lee en un suspiro. De hecho, me lo he leído del tirón en la sala de espera de urgencias de un hospital.

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«La memoria del alambre» de Bárbara Blasco

La memoria del alambre

TÍTULO: La memoria del alambre

AUTORA: Bárbara Blasco

EDITORIAL: Tusquets

SINOPSIS: 

¿Qué sucede cuando la madre de la que fue tu mejor amiga reaparece al cabo de veinticinco años para preguntarte qué llevaba su hija en los bolsillos el día en que la atropelló un tren? Tras recibir ese enigmático y doloroso email, la narradora, una cantante de orquesta verbenera que va de pueblo en pueblo interpretando canciones que detesta, hurga en sus recuerdos para recuperar la adolescencia y armar con ellos una respuesta. Con la música como hilo conductor, evoca aventuras que vivió con Carla, las canciones que escuchaban, el sexo, las drogas, el alcohol, y esas ganas desbordantes de vivir en aquella Valencia de los años ochenta. Una época en que la música todavía importaba, y los paisajes sonoros eran el más potente conductor de emociones, el último hábitat de la adolescencia. La narradora reconstruye así su propia memoria hasta llegar a la ruta del bakalao, donde la muerte de la melodía coincide con la de la propia inocencia.

MI OPINIÓN:

Me gustó el título del libro y leí una reseña interesante de alguien que sigo en Instagram, así que lo añadí a mi lista de «próximas lecturas». Desconocía a la autora, aunque obtuvo el Premio Tusquets Editores de Novela 2020 con Dicen los síntomas.

Se trata de una de esas lecturas que tanto me gustan últimamente, una novela corta que va dando saltos en el tiempo, de los años ochenta a la actualidad. El hecho de que la narradora sea coetánea mía, le da un plus de afinidad.

El repaso de su adolescencia en la Valencia de los años ochenta puede traer muchos recuerdos a mi generación. Aquella época en que la amistad era casi el motor de nuestras vidas, la música y el vivir como si no hubiese un mañana. Aunque en el caso de Carla y su amiga creo que descubrieron el sexo y las drogas a una edad demasiado temprana. Desde luego sus vivencias a los 14 años no eran las mismas que las mías y las de mis amigas a esa edad, no sé si por el mero hecho de haberlas vivido en diferentes ciudades aunque fuese en la misma época.

Precisamente esas vivencias de niñas tan jóvenes es lo que ha hecho que la novela me «chirríe» un poco y me resulte menos creíble. Por lo demás, me ha gustado mucho cómo está escrita, en un lenguaje directo pero lleno de bellas metáforas.

La narradora, a través de la memoria intenta averiguar algún detalle que le haga descubrir si la muerte de su amiga Carla fue un accidente o un suicidio. Busca pistas, detalles, indicios, algo que le indique un motivo. Pero la memoria es selectiva. Y caprichosa. Recuerda momentos divertidos y también otros duros.

Es, quizá, el hecho de hurgar en su propia juventud el que le lleva a descubrirse a sí misma en la actualidad, el porqué de su propia actitud en la vida.

El final nos deja un sorpresa turbia, que hace que la adolescencia de esas dos jovencísimas amigas parezca un poco más triste y oscura, a pesar de la fiesta y la música que siempre las rodeaba.