Felices sueños o sueños felices

Hoy me ha ocurrido algo inusual y ha servido para empezar bien el día. No sé el tiempo que me durará la euforia por tal acontecimiento, pero de momento voy a disfrutar esa sensación.

Algo que para la mayoría de la gente es lo normal, para mí ha sido extraordinario. Una explosión. Y es algo tan simple como que ¡he dormido del tirón! Me he despertado esta mañana y de pronto me di cuenta de que no me había despertado ni una sola vez en toda la noche. También es cierto que me acosté tarde y me levanté temprano. Apenas cuatro horas he dormido. Pero ¡cuatro horas seguidas! Me dan ganas de ponerme a bailar de la alegría.

Ha sido una sensación extraña. El hecho de ser consciente de que había dormido sin interrupciones, sin sofocos, sin dar vueltas en la cama, sin mantener los ojos abiertos en la oscuridad, en silencio, esperando a que el sueño vuelva de nuevo, ha sido brutal. Y una sensación de  paz invadió todo mi cuerpo.

Parece ser que, quizá, con un poco de suerte, mi querido Sr. Insomnio ha decidido entrar en razón y firmarme los papeles del divorcio. Ya iba siendo hora. O quizá ha sido mi amigo Murphy que ha querido hacerme una de sus visitas y esto no ha sido más que una de sus jugarretas y esta noche volveré a las horas de insomnio.

Sea como sea, el hecho de dormir sin interrupción es la mejor forma de recargar energía, sin duda. Al menos mi cuerpo y mi mente me lo agradecen. No sé cuál ha sido el detonante para que se produjese esta maravillosa experiencia. Sueño de calidad (que no cantidad). Dormir a pierna suelta. Dormir tranquila. Dormir relajada. Sin más. Quizá sea que ahora estoy donde quiero estar.

Cruzaré lo dedos para que la racha siga…