Una historia en la playa

Acuarela casa en la playa (2)

Acuarela de Isabel Carrasco. Para El Universo Mágico de Ame Reyes

Llevaba ya un par de semanas en el pequeño hotelito de la playa al que había ido a refugiarse en busca de inspiración. Era un lugar tranquilo al que solía recurrir cuando las musas la abandonaban. Pero en esta ocasión estaban tardando en venir más de la cuenta, y el tiempo apremiaba. La editorial le había pedido un pequeño adelanto de lo que sería su próxima novela, pero todavía no había empezado. Y no tenía ni idea de por dónde empezar. Ni siquiera tenía una historia.

Aquella mañana sintió un alboroto inusitado en la playa. El sonido de las olas al que estaba ya tan acostumbrada se veía distorsionado por un montón de voces y gritos. Todavía no había bajado a desayunar y ni siquiera se había vestido. Se asomó a la ventana para ver de dónde provenía aquel vocerío, pero desde esa habitación apenas lograba ver un pequeño grupo de gente en la orilla. Se enfundó unos shorts y una camiseta de tirantes y, tras ponerse unas chanclas salió corriendo a ver qué pasaba.

Cuando llegó a donde estaba el grupo de alzadas voces haciendo un corrillo, pudo alcanzar a ver en medio al médico del pueblo, arrodillado ante un pequeño cuerpo al que estaba intentando reanimar. Frenó en secó y se quedó observando. Expectante, inquieta y con una desazón que le aceleró el ritmo cardíaco.

Tras unos segundos que parecieron interminables, el pequeño cuerpo se agitó, expulsando agua por la boca y recuperando la consciencia. Todos vitorearon. Entonces ella se acercó. La dueña del hotel y algunos huéspedes se abrazaban rebosantes de alegría. El doctor acababa de salvar una vida. Aquel diminuto cuerpo pertenecía a una niña de apenas 8 o 9 años. Menuda, con el pelo caoba, largo y empapado. El rostro pálido y unos ojos enormes y asustados.

Se acercó un poco más y al verla de cerca reprimió un pequeño grito mientras se echaba una mano a la boca. Aquella chiquilla le recordaba tanto a sí misma que por un momento sintió que era su propio yo con esa misma edad. La niña alzó la vista hacia donde ella estaba y clavando sus enormes azules ojos en ella, le dijo: – Te estaba buscando.

Ahí tenía su historia…

8 comentarios en “Una historia en la playa

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